martes, 17 de septiembre de 2019

ENSEÑANZA DE LA CIENCIA Y TECNOLOGÍA EN LA ESCUELA: UN DESAFÍO PENDIENTE.

Por Daniel Quineche Meza
Miraflores, 17/09/2019.

En una primera etapa (hasta la mitad del siglo XX) se planteó transferir los conocimientos científicos. Como la educación secundaria era la antesala de los estudios universitarios, el referente para elaborar la lista de conocimientos científicos fueron los contenidos temáticos de las disciplinas científicas que se enseñaban en la universidad (Botánica, Zoología, Biología, Física, Química). De allí que esta ciencia se le caracteriza como propedéutica.

En un segundo momento (década de los sesenta), se propuso que debería enseñarse siguiendo los pasos de un denominado "método científico" (Se tomó como referencia el modelo de Mario Bunge). El resultado fueron las prácticas en el laboratorio para hacer una demostración práctica de algún principio científico, por ejemplo, las leyes ponderales o la teoría celular. En el mejor de los casos, se recogían muestras de la realidad y se llevaban al laboratorio para observarlas con detenimiento pero comparando con lo que decía el texto escolar (comprobación).  Bajo estas orientaciones la planificación escolar siempre tuvo como referencia un listado de temas organizados según la lógica de la disciplina (generalmente deductiva). 

Hacia fines del siglo XX (década de los noventa), y bajo la influencia de la psicología cognitiva (conocimientos previos, construcción de conocimientos, etc.) toma fuerza la idea de que los escolares deberían de aprender ciencia de manera similar a como lo hacen los científicos (cómo observan, elaboran sus ideas resolviendo controversias y las comunican), llamando a este enfoque de indagación. Y, como gracias a las TIC, el conocimiento científico hoy se difunde ampliamente en la internet, la organización temática del currículo de ciencia en la escuela pierde peso. Por ello, el énfasis en la actualidad es el trabajo por proyectos orientado al desarrollo de capacidades o habilidades (de orden psicológico) que hace competentes a los estudiantes cuando abordan situaciones concretas de la vida cotidiana. En este sentido, las capacidades de los estudiantes (procesos cognitivos y procedimientos fácticos) no pueden ser confundidas con los procesos didácticos (procesos que impulsan los docentes externamente), ni menos la indagación puede ser tratada como un método didáctico. El desafío que surge para los docentes, privados de la lista de temas, es en base a qué hacer la planificación. ¿Las competencias?, ¿las capacidades?, ¿las evidencias para la evaluación?, ¿los bloques, materia y energía, seres vivientes, diversidad, Tierra y universo? Siendo coherentes con el nuevo planteamiento de la enseñanza de la ciencia, el referente debería ser una lista priorizada de situaciones de la vida familiar, local, nacional o mundial a abordarse como proyectos de aprendizaje. Pero, eso requiere un reentrenamiento de los maestros centrado en el desarrollo de sus actitudes investigadoras, comunicativas y éticas.


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