miércoles, 1 de mayo de 2024

EL APRENDIZAJE DE LA MATEMÁTICA ESCOLAR

 Por Daniel Quineche Meza

1 de mayo de 2024

Hasta el segundo de secundaria el aprendizaje de matemáticas fue una tarea de rutina. Pero, en el tercer año el álgebra se convirtió en un reto interesante que me llevó a disciplinarme en la resolución de todos los ejercicios que planteaba tanto el profesor como los que aparecían en el texto escolar. También me atreví a resolver los ejercicios y problemas planteados en los libros de Baldor, gracias al préstamo de un amigo. Esta nueva práctica me llevó a obtener la más alta calificación en el curso de geometría del cuarto año, así como también por arrastre en todos los demás cursos, con excepción de Música en un bimestre, siendo reconocido como uno de los mejores estudiantes. En el curso de quinto año, el aprendizaje sólo fue una extensión de lo logrado. Fui reconocido con diploma y medalla de plata por el mérito alcanzado este año. Sin embargo, la pregunta que no tenía respuesta para mí era ¿qué tanto de lo aprendido en matemática con disciplina y esfuerzo lo voy a usar para resolver los problemas que se presentarán en la vida más adelante?

Han pasado los años y parece que el tiempo se ha detenido. Una mirada a lo que viene sucediendo en las instituciones educativas nos muestra que los estudiantes siguen enfrentando una lista de ejercicios y “problemas” que se resuelven aplicando ciertas fórmulas y procedimientos de manera mecánica sin llegar a entender el sentido de lo que hacen. Esta situación ha empeorado con la pandemia que obligó a la virtualización de la enseñanza, implantada sin ninguna preparación. La evaluación del MED del 2021, aplicada a los estudiantes del segundo año de secundaria muestra que sólo el 28% en promedio obtuvo un rendimiento satisfactorio. Los resultados de PISA 2022 indican que el 33,8 % (5,9 puntos porcentuales menos que en 2018) superan la línea de base en el desarrollo de las competencias en matemáticas. Sin embargo, cabe destacar que a medida que mejora la situación socio económica ese porcentaje se duplica. Los bajos resultados en las pruebas nacionales e internacionales señalan que un buen porcentaje de los estudiantes egresarán de la secundaria sin la preparación necesaria para resolver problemas de complejidad mediana.

No es suficiente el cambio de orientación del currículo hacia el logro de competencias si no se fortalece a todos los profesores con formación continua, recursos y mejores condiciones laborales. La orientación competencial debería implicar el trabajo en el aula con problemas más desafiantes e interesantes para los estudiantes, más cercanos a los que van a encontrar en sus vidas y que no se resuelven aplicando procedimientos ni fórmulas conocidas. El profesor debería crear más oportunidades de aprendizaje en el aula planteando problemas que inviten a los estudiantes a interactuar entre ellos, al trabajo en pequeños grupos, a desarrollar sus propios significados y buscar sus propios procedimientos y métodos de solución, a usar materiales manipulables que les motive a razonar, a discutir entre todos los avances y logros que van hallando, ejerciendo la crítica y autocrítica. Estas situaciones problemas extraídas de contextos reales también implican un trabajo interdisciplinario con las otras áreas curriculares. (Grouws y Cebulla, 2000)


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