jueves, 23 de mayo de 2024

EDUCACIÓN Y MÚSICA

 Por Daniel Quineche Meza

Lima, 19 de mayo de 2024.


Un accidente con agua hirviendo me quemó el empeine del pie y se complicó con una intoxicación química dando lugar a una dermatitis que duró muchos meses para curar. Ello fue un impedimento para la ejecución de las actividades físicas en el colegio durante el segundo año de la secundaria. Por influencia de unos amigos me animé a buscar un cupo en la Banda de Músicos de la GUE Luis Fabio Xammar. Aprendí a tocar un instrumento de viento del área de bajos, el bombardón, y a leer música en el pentagrama. Los ensayos eran diarios al final de la tarde y el sábado al final de la mañana. De tanto ensayo logramos memorizar las partituras de marchas militares (para los desfiles escolares) y algunos temas musicales como los pasodobles (para las corridas de toro).

Este aprendizaje en la práctica distaba mucho de lo que se enseñaba en la asignatura de Música que llevamos los cinco años de secundaria teniendo como referente el texto escolar de Esteban Escobedo Acuña que se ajustaba al plan de estudio que consistía en una historia de la música “culta” de Europa. Tan teórica y memorística fue su enseñanza que en un semestre del cuarto año lo desaprobé. El problema principal de la enseñanza de la música fue sólo contar como maestros a personas con formación musical, pero sin formación pedagógica. A fines de la década de los sesenta, la asignatura de Música pasó a formar parte de lo que la revolución educativa de Velazco llamó Educación por el Arte.

Hoy, gracias a YouTube, puedo conocer y disfrutar de lo mejor de la música clásica, obra musical de Beethoven, Mozart, Bach, Vivaldi, Tchaikovsky, Paganini, Chopin y muchos más.


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