LA PANDEMIA COVID-19 Y LA TECNOLOGÍA DE INFORMACIÓN Y COMUNICACIÓN UNA ASOCIACIÓN FATÍDICA CONTRA LA HUMANIDAD.
Por Daniel Quineche Meza
La realidad objetivo/subjetiva donde la humanidad se acrecienta, se ha visto reducida al ser flanqueada por los límites que nos impone el confinamiento. Y, está siendo sustituida por la realidad virtual, realidad simulada o filtrada. La humanidad ve así reducida su capacidad de libre elección y de desarrollo, pues, los algoritmos tecnológicos son los que previamente “deciden” qué debemos ver, leer, escuchar, comprar, con quiénes debemos relacionarnos, en qué y cómo trabajar y hasta qué debemos estudiar y aprender. Todo ello, al fin y al cabo es una realidad ficticia que desaparece en cuanto nos desconectamos, apagamos y desenchufamos los aparatos tecnológicos. ¿Qué mundo es este? Sonreír, alegrarse, entristecerse, cultivar una amistad, enamorarse, leer, informarse, trabajar, recrearse, jugar, y hasta aprender, depende de la posibilidad de estar conectado a una red tecnológica, y físicamente, de tener acceso a una fuente de energía eléctrica y contar con un aparato tecnológico (radio, televisor, computadora, tablet, smartphone, etc.) Esta asociación impacta negativamente sobre la humanidad acrecentando la desigualdad y la exclusión. Para estar conectados se requiere contar con ingresos económicos sostenidos que permitan el pago de la compra de los aparatos y de los servicios de energía eléctrica, telefonía e internet, agrego, los servicios que se ofrecen a través de Internet -suscripciones o donaciones-. Es decir, los desempleados, los que no tienen un ingreso económico, quedan fuera de esta “nueva” humanidad. Que el Estado ofrezca bonos o done los aparatos, son paliativos insostenibles. ¿Hasta qué punto es cierto que la pandemia Covid-19 y las TICs llegaron para quedarse? Estamos ante un desafío muy grande que ha puesto en jaque a la humanidad.
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