viernes, 8 de agosto de 2025

REPENSAR LA EDUCACIÓN SECUNDARIA

Daniel Quineche Meza

San Borja, 22 de octubre de 2002

 ¿Por dónde empezar? Puede haber muchos caminos, como aquel que supedita todo al concepto de Educación. Por nuestra parte optamos por recorrer el camino de construir el futuro de nuestro país de cara a los problemas históricos que afrontamos y a los desafíos que plantean la configuración de un nuevo orden económico, social y político en el mundo.

 El estado republicano que empezamos a construir desde la independencia aún no ha encontrado la configuración y la dinámica apropiada que posibilite la satisfacción plena de las necesidades fundamentales de todos los peruanos, sin discriminación ni exclusión.

 Si la generación de los actuales mayores se muestran limitados para acometer tarea tan grande, entonces para no perder la esperanza tenemos que mirar a la generación que está en la antesala de tomar decisiones: los peruanos menores de 18 años.[1]

Una primera mirada a esta población nos indica que el 87,6% del intervalo etario 12-16 años está asistiendo a un centro escolar. En las zonas urbanas el índice se eleva hasta el 93,3% mientras en las zonas rurales baja hasta el 78,2%. Algo similar ocurre en el comportamiento de hombre y mujeres, aunque ligeramente menor en las zonas rurales (76,3%).

De seguir las cosas como van, ¿qué le espera a esta generación?  Es probable que 3 de cada 10 jóvenes del grupo etario 17-24 años asiste a un centro de formación. Esta proporción indudablemente no se explica porque los jóvenes han fracasado en su ingreso a centro de formación superior, como es el clásico comentario de los analistas de la educación. Si se conoce, además, que ningún centro de formación superior le sobran vacantes, la baja tasa de asistencia se explica porque hay una reducida oferta educativa en este nivel. Entonces, no es lícito seguir poniendo como norte de la educación el ingreso a la universidad. Por el contrario, nuestra misión consistiría en abrir un abanico de nuevas oportunidades de realización personal, académica y profesional a lo egresados de la secundaria, más allá de las universidades.


De otro lado, si miramos la composición de la PEA según su nivel educativo, lo que tendríamos que hacer es un esfuerzo país para que ese 9,2 % de analfabetos y 29,8 % de PEA con nivel primario complete su secundaria y que ese 39,8% de PEA con secundaria complete su formación de educación superior no universitaria (Recordemos que en los países de alto desarrollo la proporción profesional técnico/profesional universitario es de 4/1).

Para actuar con justicia y cuidando de brindar iguales oportunidades otros países han venido introduciendo, con mucho éxito, la aplicación de una prueba única para realizar la selección de aquellos ciudadanos que van a seguir estudios universitarios. Y, por otro lado, están introduciendo la aplicación de sistemas de control de calidad a través de la denominada Acreditación de los estudios universitarios. La introducción de estas medidas implica por lo menos lo siguiente:

-          Que los estudios preuniversitarios deben realizarse teniendo como meta alcanzar ciertos estándares educacionales.

-          Que los estudios preuniversitarios brinden una fuerte orientación profesional y una tutoría que apoye la consecución de aprendizajes significativos.

-          Que los estudios universitarios se realicen bajo los más estrictos controles de calidad del servicio y de rendimiento de los usuarios.

En ese sentido, para asegurar mejores logros, esos mismos países han alargado el periodo de formación básica hasta alcanzar 10 grados de escolaridad obligatoria y continua, en el mejor de los casos. Lo que ha implicado la introducción de una nueva secundaria de 2 o 3 años con propósitos relacionados con la orientación profesional; y la consolidación de un subsistema de Formación profesional que acoge a estudiantes de 15 años a más. Junto a estas medidas han incorporado otras como: evaluación terminal en periodos más largos (ello justifica que se hable de ciclos), jornada escolar completa, formación basada en competencias, currículo flexible para atender la diversidad, considerar al centro educativo como unidad del cambio educativo, medición de la calidad educativa, etc.

Si tomamos en cuenta la tendencia del desarrollo económico en el mundo, cada vez estamos más cerca de que el Perú forme parte activa de un gran mercado regional (El ALCAN) lo que implica no sólo relaciones comerciales de importación y exportación, sino también de productividad y competitividad y una gran movilización de la fuerza laboral y profesional. Estas dinámicas implican:

-          Mejoramiento sustantivo de la calidad de nuestra fuerza laboral y profesional, que exige mayor articulación entre las políticas sectoriales de educación, trabajo, industria, agricultura y salud (Esta articulación hoy se logra diseñando intersistemas basados en competencias).

-          Modernización de nuestro sistema productor: Redefinición y articulación con equidad del sector primario de nuestra economía y crecimiento acelerado del segundo sector.

-          Educación basada en los enfoques intercultural, desarrollo sostenible y desarrollo humano.

-          Estandarización de las metas educativas y medición de la calidad educativa.

Ante este panorama, consideramos que el punto clave para el rediseño de nuestro futuro está en los cambios que tenemos que emprender en la educación de los adolescentes de hoy, padres del mañana[2] . Edad difícil en la que uno no es niño y tampoco se es adulto. Etapa de la vida en la que se va definiendo la persona, entre ilusiones e impaciencias, de los mismos adolescentes y de los que los rodean. Este grupo poblacional tal vez es el más ignorado. Sin embargo, allí reside la fuerza del cambio que tanto anhelamos y que la educación debe hacer despertar.



[1] Esta es la edad en que los peruanos comienzan a ejercer sus derechos políticos.

[2] Título del libro de Delica Ferrrando, Susheela Singh y Deirdre Wulf, 1989.